lunes, 22 de octubre de 2007

Todo concluye al fin

Creía que el amor no tenía medida, o dejas de querer tal vez a otra mujer…

Tema, rema y lema célebre de finales de cursado, viajes de estudio y demás abandonos de ciclos lectivos. Momento en que nos pintamos la cara color esperanza, sabemos que un amigo es una luz brillando en la oscuridad y que volvemos a empezar ¡que aún no termina el juego! En esos finales, hay que tratar de estar mejor…

Lejos de una evaluación de la calidad del rock nacional, en su género de autoayuda, yo me pregunto ¿por qué hacemos las despedidas tan tortuosas? ¿Por qué el aditivo fúnebre, por qué la exposición lacrimógena del padecimiento? ¿Ya no es suficiente con el adiós? Y no… no lo es. El mercado de la despedida es tan fuerte como el del ser despechado o ignorado. El leit motiv fue, a mi parecer, un severo punto de crítica y de lugar común para compartir con alguna risa ácida que se representara un mundo demasiado parcial y sofisticado, salvaguardado del mundo real y desdichado. Pero debo confesar que caí en la tentación: cada palabra de éstas compra un número de la rifa para la piña: mientras escribo, Lerner me inspira a esta berretada cursi, homenaje a todos los adioses internos de cada uno, a las cosas perdidas que despedimos a veces imperceptiblemente y otras veces no tanto.

(Después no digan que no la merezco)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen comienzo Stella.

(y con esta boludez me adjudico el primer comentario al primer post)

el capitán beto dijo...

me reserva el 09?
para despedirme prefiero "adios amigos adios" y sin olvidar del inefable "amigo" d elerner & enanitos verdes eh pa llorar un cacho