domingo, 8 de junio de 2008

Mirar mucha tele hace mal

Como es sabido por el auditorio, este ámbito comenzó en principio con la idea de restituir o destruir el honor de ciertos candidatos bajo la égida del género “grandes biografías”. Hoy nos congrega el recordatorio de un excelso amante, amante de la soja y el maíz: el señor puro ranger de texas.

Puro debe su apodo a un chascarrillo familiar: conforme con su versión, su progenitora le decía que era puro pecho y puro trasero (menos refinado en la cita textual), y esta explicación me fue confesada en el segundo convite. Más allá de lo campechano del apodo, era un definitivo presagio de su personalidad íntegra. La comunidad toda debe su más ilustre admiración a estos eminentes personajes.

Una noche habíamos ido a una posada con una amiga a tomar una caña hasta que un parroquiano ató su Ford Ranger en el valet del recinto. Abrió las puertas de par en par y avanzó taconeando con sus botas tejanas en dirección al pulpero. Un par de miradas fulminantes y, acto seguido, me sacó a bailar una piecita.

Luego de algunas rancheras, convenimos en reencontrarnos en el porvenir, en la puerta del Jockey Club, lunes, 6 de la tarde.

El día señalado, Puro llegó puntual y se mostró molesto por mi retraso de cinco minutos, no obstante, no hubo paz que un beso apasionado no pudiera restablecer. Nos sentamos en la vereda del Pizza Piazza y un chico de la calle se acercó a la mesa con un ramillete de rosas. Previendo la oportunidad de poner en evidencia su hombría, sacó la billetera y ostentando un billete de Bartolomé Mitre lo despidió diciendo: “tomá, compráte algo”, de pura compadrada nomás. No hubo mucho diálogo más allá de esto: hay efectos que pretenden ser románticos y motivan un “me olvidé que me tenía que ir a… un lado”.

Otro gesto emotivo fueron unos tres o cuatro llamados al celular (por esos momentos, uno de los primeros tango que relucían por la peatonal) de una persona a la que trataba con excesivo apego y de quien luego explicó: “es mi gorda”, léase: mi madre.

Quizá, lector, piense que vivo de efemérides y hay algo de razón en todo eso. Sólo que mirando TN, en donde pasan una y otra vez las mismas noticias bajo el rótulo última noticia, escuchaba que un joven pujante defendía con ímpetu el paro del campo y, brutalmente, me retrotrajo al episodio.

Moraleja: no salgas con alguien cuyo apodo sea “puro”.

Moraleja II: Si dice que la madre es “su gorda”: ¡go away!

Moraleja III: Si la tele pasa siempre lo mismo, ocurre que el texto pierde espesor y dejás de reflexionar.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que si la vida me pusiera frente a un caballero cuyo apodo fuera "Puro", mis pies marcarían uno de los record más recordados de la historia en correr los 100 mts llanos...

Sepa que usté, ahora que da a conocer esta "ilustre" (?) experiencia, contará con un mejor sitial en el podio de las diosas de la conquista.

Saludos con mi candor acostumbrado.

Anónimo dijo...

Ay,Stella menos mal que siempre está atenta a todo para prevenirnos! Porque si bien,he conocido varios casos nunca un "puro". Ahora una consulta: ¿qué tu suegra hablé de su hijo como "su maridito" puede asemejarse al "gorda"?

Saludos

Eu dijo...

Susana: yo creo, amiga, que en ese caso las cosas se fueron de las manos (y nunca más volverán).
Candorosa: soy efectivamente una diosa de la conquista en el rubro: muertos en el ropero. Cómo se hace para ampliar el espectro hacia un lado más saludable? cariños